martes, 14 de julio de 2009

Activismo inútil en Facebook


Me declaro en total acuerdo frente a la decisión de los hijos del presidente de denunciar y hacer todas las investigaciones del caso frente a la amenaza que recibieron a través de Facebook. No lo digo motivado por la indignación de que traten de atentar contra sus vidas (al fin y al cabo eso hace parte de este violento país) o por la seriedad de la amenaza, ni porque piense que efectivamente el crimen organizado por Facebook pudiera llevarse a cabo efectivamente, estoy de acuerdo para que de una vez por todas la gente deje de pensar que con grupos de Facebook puede cambiar al mundo.

Estoy convencido de que el creador de dicho grupo es un desubicado y estúpidamente soñador que con la indignación propia de un enbufandado amante de Silvio Rodriguez y del vino caliente está en desacuerdo con las actuaciones de los hijos del presidente. El personaje creador de esta tontería seguramente no midió sus palabras y quiso convertirse en un líder, seguramente juvenil, como aquellos de la tan cacareada marcha del 4 de febrero.

Esto solo responde a un cúmulo de desvergonzadas rutinas que suele tener la gente en Facebook. Muchos piensan que este es el lugar para describir cada 5 segundos su estado de ánimo que no le interesa a nadie, para plasmar sus más elaborados pensamientos (si es que eso es producto de la mente), para publicar sus fotos en cada pésima rumba, para poner frases celebres de Walter Riso o de Paulo Cohelo y, peor aún, para cambiar la política o las más arraigadas y cochinas costumbres nacionales.

No deja de generar en mí una gran carcajada cada vez que algún emprendedor y valiente personaje crea un grupo para tumbar a Samuel Moreno, otro para odiar a Piedad Cordoba,  otro oponiéndose con todas sus fuerzas (medidas en Megabytes) a la reelección de Uribe o cualquier idiotez semejante. Estos adalides del activismo político no ahorran energía (de sus computadores) para promover cualquier tipo de iniciativa facebookera que los haga sentir que están construyendo un país mejor, pero seguramente no han descubierto que tanto grupillo no sirve sino para perder el tiempo y agrandar los más ínfimos egos.

Es por esto que estoy de acuerdo con que el promotor del grupo que buscaba la muerte de Tomás y Jerónimo Uribe se lleve por lo menos un buen susto, para ver si así y de una buena vez se deja de hacer tanta alharaca inútil por el ubicuo Facebook. No es un secreto que esta es una sociedad hipercontrolada en la que todo se sabe y mucho más si se hace a través de un computador, el cual seguramente revela con claridad qué hace cada quien en sus ratos de ocio, pero como podría preverse quien hace tanto grupo en Facebook solo piensa en "poner su granito de arena" sin medir las consecuencias de sus valientes arrebatos, eso sí un granito de arena desde su casita y por computador.

La mejor muestra de la inutilidad del Facebook para propósitos nacionales es la "mítica" marcha del 4 de febrero, que los medios desinformativos colombianos se empeñaron en endilgarle a la red social. Lo que nadie se pregunta es ¿qué hubiera sido de esta marcha sin las noticias de los medios de comunicación, sin el apoyo de las embajadas, sin el apoyo de las empresas y solamente con un grupo de Facebook? La respuesta para mí es obvia, hubiera pasado lo mismo que pasa con tanto grupo que pretende cambiar la realidad: NADA.

viernes, 10 de julio de 2009

Que dejen ir a Michael


Luego de una gran ceremonia y un sentido homenaje, como sin duda lo merecía un hombre que gracias a su música alcanzó la inmortalidad, se podría suponer que por fin lograría desprenderse de este horrible y acosador mundo, pero no parece ser así.

El gran Michael Jackson, quien pensaría yo debe estar ya preparado para disfrutar de su nueva vida en el cielo, en el infierno, en el país de nunca jamás, o vaya uno a saber en dónde, encontró en Colombia su nueva atadura a este planeta el cual seguramente está muy dispuesto a abandonar de una vez por todas, pues me pregunto ¿acaso no es suficiente la música que dejó para que dejen ir libre a su espíritu de una vez por todas?

Para comenzar, ayer, en Malambo Atlántico, uno de los tantos polvorientos pueblos olvidados, lejanos y casi desconocidos de nuestro país, apareció el espíritu del Rey del pop en una casa de esas en las que una vez por mes aparece el Espíritu Santo en una grieta, el Divino Niño en un árbol, la Virgen Maria en un pedazo de pan o San Benito en una baldosa. Me pregunto entonces ¿porqué diablos asumen que el fantasma era Michael Jackson? ¿Será acaso por su miedosa apariencia al final de sus días? ¿Por qué razón la señora afirma que olía además a formol? ¿Por qué diablos, si quisiera regresar a la tierra, vendría a Colombia, a un pueblo desconocido y remoto como Malambo, a la casa de unos aparecidos?

Pero esto no es todo, se aproxima el nunca bien ponderado Factor X en su nosequeaba versión (sí, por supuesto con los insoportables Andrea Serna, Juan Carlos Coronel, José Gaviria y Marbelle) y me podría imaginar que en ese vergonzoso show saldrán a relucir los infaltables Michael Jackson criollo, el personaje que mezcla a Michael Jackson con currulao, o el que hace el moonwalk al ritmo del himno nacional, o simplemente uno que se llama Mike Collazos.

Creo que ya es hora de disfrutar de Michael Jackson en sus videos originales, con las canciones grabadas por él mismo y no más homenajes baratos ni apariciones fantasmales. El único problema es que como ya el divino niño, quien se encuentra escondido con los rumores de la aparición de Michael en el cielo, no volverá a aparecer mientras el rey del pop ande por ahí rondando, tendremos que aguantarnos los milagros y los espíritus de Jackson en cada pueblo colombiano con afán de protagonismo. ¿Será que todavía no han entendido lo difícil que debió haber sido para él la muerte por intoxicación luego de la ingesta de una salchicha de nueve años?

Gracias al cielo la humanidad podrá disfrutar por siempre de la música, videos, cifras inigualables en ventas y el imborrable recuerdo de Michael mientras el con júbilo estará disfrutando, en el lugar que se encuentre, del reencuentro con su nariz.