miércoles, 24 de noviembre de 2010

Uno de los huevos de Uribe

Este huevo de los de Uribe busca un nuevo destino. Le gustaría ir a Chile, su tierra natal.

martes, 23 de noviembre de 2010

Colombia sufre de narcolepsia, también

Hace más de un mes, el periodista (profesión que en el diccionario de colombianismos es sinónimo de suicida) Hollman Morris publicó en su cuenta de Twitter una frase que inspiró este post y que inquietaría a cualquier persona saludable: “Colombia no dormirá el día que se entere cuantos de los desaparecidos son menores de edad”. Esta sentencia surgió a raiz del asesinato de tres niños de Tame a manos de un oficial del ejército que violó a una niña y luego la mató, junto a sus hermanos también menores de edad. Entre los tres niños, no sumaban ni siquiera la edad de ese Cristo que se invoca en los hogares colombianos todas las noches antes de dormir.

Lamentablemente, lo que parece ignorar Hollman es que Colombia, además de padecer males como el de alzheimer y la esquizofrenia, también es aquejada por graves episodios de narcolepsia, enfermedad que, dice Internet, es la “tendencia irresistible al sueño presentada en forma de crisis agudas”. En otras palabras, la narcolepsia hace que de un momento a otro el sueño se apodere de manera profunda de quien padece el mal, en este caso, de Colombia.

Hechos como el ocurrido con estos niños, en el cual están implicados los guardianes de la seguridad nacional, harían que un país sano no pegara el ojo hasta que, por lo menos el papá de los niños muertos, gracias a la acción de la justicia, tenga la ilusión de poder dormir algún día sabiendo la verdad del crimen y los castigos a los culpables, pero teniendo en cuenta que, cual anciano moribundo este país es aquejado por varios males, se hace prácticamente imposible no quedarse dormido.

Y si el insomnio empieza a atacar, hay varios estímulos apropiados para conciliar el sueño. Por ejemplo, cerrar los ojos con la arrulladora voz de las reinas de belleza que puede ser muy inspirador e incluso garantizar sueños de monarquías y reinos mágicos. También, para vivir más dormido que despierto, una buena dosis de Protagonistas de novela y sus consecuentes escándalos garantizarán que se pueda soñar con un mundo de cuerpos perfectos y de múltiples apariciones en la pantalla chica, y por qué no, también en la pantalla grande; al fin y al cabo en el mundo onírico todo es posible. No hay que descartar la somnolencia que se consigue después de una buena Pola, ya sea la bebida o la embebida televisiva.

La placidez del sueño, aderezada con la automática felicidad navideña, es el momento ideal para hacer un mundo más feliz a través de donaciones en los supermercados para el ejército, el mismo que en alguna pesadilla pasajera apareció como verdugo en Tame o en Soacha o en todos aquellos lugares que hasta ahora no existen si no para algunos constantes murmuradores que hablan de más abusos y violaciones. Como toda pesadilla, lo mejor es superarla con el olvido y la ilusión de nuevos y mejores sueños.

Mientras que hay unas madres en Soacha, un padre en Tame y no sabemos cuántos más que nunca volverán a dormir, el resto del país, en “contravía” con lo que dice Hollman Morris, duerme plácidamente gracias a la narcolepsia nacional, o simplemente porque poderosas pastillas para dormir, como firmar referendos de cadenas perpetuas, hacer grupos en Facebook, donar los 10 pesos de las vueltas del mercado o discutir sobre la autenticidad de los protagonistas de novela, garantizarán un sueño perfecto.

Dulces sueños…

jueves, 18 de noviembre de 2010

J-oda a Ceditros, el barrio diminutivo



Ahora que he regresado a Blogger, donde por el momento el único que escribe soy yo, he de comenzar hablando de Cedritos (hablando de mí), el barrio que he tenido que padecer y gozar la mayor parte de mi vida y que ha definido mi experiencia cotidiana en esta ciudad, cuyo cielo típico es cualquiera y cuyos transportadores públicos son, incluso, más peligrosos que los concejales.


Para comenzar, en los últimos días he pensado que cualquier barrio que tenga un nombre en diminutivo solo puede acoger pequeñeces y no merece mayor consideración; qué distinto suena decir Santa Helenita a Santa Helena, o que pocas ganas dan de visitar un barrio que se llama La Fragüita. Pues lo mismo pasa con Cedritos, que no se conformó con ser El Cedro, sino que tuvo que pluralizar y disminuir su propio nombre.


Este pedazo de tierra cada vez más superpoblado comenzó, como muchos otros sectores de la periferia de Bogotá, siendo un tranquilo refugio para citadinos saturados, burros y gallinas, con algunos conjuntos de casas y muchos potreros, con vías destapadas y pocos habitantes; pero el crecimiento de una ciudad que se reproduce más rápida y efectivamente que la gripa porcina, hizo que la apacible zona, de un momento a otro, se convirtiera en el paraíso norteño al que mucho conciudadano y, por supuesto, hábiles mercachifles quisieron llegar. Como era de esperarse, la ciudad fue tiñendo de gris lo que por un tiempo fue verde y el anhelado paraíso terminó pareciendo más un infierno, o en este caso un “infiernitos”.


Gracias al obstinado anhelo de muchos por habitar cada milímetro cuadrado de este barrio, la calle 140, arteria vial principal de Cedritos, parece una arteria del vicepresidente Angelino Garzón: congestionada y taponada. Esta mini avenida que, coincidiendo con el nombre del barrio que la acoge, está hecha en diminutivo aunque tiene un tráfico similar al de Google, sobre todo los sábados. Si el recorrido es definitivamente inevitable, encontrará en ella todo tipo de compraventas que convierten al diminutivo barrio en un caldo de cultivo ideal para el ladrón o los ladroncitos, casi siempre de poca monta pero de mucha actividad, principalmente en la Bogotá de Samuelalcalde.


La población cedriteña se caracteriza por reproducirse más que un arroz chino (a pesar de que uno coma por horas, una caja de este manjar seudooriental nunca disminuye su contenido), de lo contrario sería imposible explicar la cantidad de jardines infantiles que se han apoderado del sector. Pero para competir con los jardines, las peluquerías han comenzado una incesante carrera por establecer un local en cada una de las cuadras de Ceditros, y podría decir, sin temor a equivocarme, que se puede encontrar una peluquería y un preescolar por cuadra cedriteña.


En el ejercicio de rememoración, observación e investigación para hacer este texto, encontré que existe en Cedritos un equivalente a la torre de pisa, que se conoce como  “la torre inclinada de Cedritos”; por supuesto no fui capaz de constatar su existencia y espero nunca tropezar con esta “torrecitas inclinada” en aras de mantener la cordura.


A pesar de ello, Cedritos hace parte de mi adn, es una marca (o tara) que difícilmente se me borrará, como ser colombiano o javeriano, por eso consideré más que necesario sacar esto, para que el incauto lector sepa de una vez con quién se está metiendo y de paso para que en la red haya un rincón “diminutivo” en el que exista un rastro de lo que es vivir por estos lares.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Cambio de oficina

En diciembre de 2007, con pelos más cortos en la nariz y en las cejas, pero igual de insensato e ignorante que ahora, gracias a una generosa invitación de mi amigo Thorik, emprendí con emoción el traslado de mi antiguo blog -del 2006- al portal colombiano más visitado: eltiempo.com. Dejé de lado ese espacio solitario en Blogger para colarme como el buen sapo que lamentablemente para mí bolsillo no he podido ser en la vida real, en la página a la que los colombianos de bien le entregan su fe para que llene de información, deberes y color sus cabezas.

La experiencia fue muy reveladora, principalmente por la cantidad en algunos casos, y sobre todo por la calidad de comentarios recibidos por cada entrada, que simplemente lo que hacían era confirmar lo dicho en cada una de ellas y por lo tanto despertar más de una miserable, amarga pero auténtica carcajada en mí. Fue así como me gradué de “mamerto”, “uribestia”, “apátrida”, “bruto”, “rolo”, “Mondongo”, hincha del rey de compras”, “hijo de puta” (con las más innovadoras formas de escritura para no ser censurado por el sistema) y demás apelativos de incalculable creatividad, que no alcanzaría a nombrar en su totalidad.

Sin embargo, y a pesar de haber recibido en algunas ocasiones una cantidad de comentarios que seguramente jamás obtendré en este blog, decidí que ya no quería seguir teniendo como centro de operaciones el blog en Eltiempo.com, por un lado por el nuevo diseño en el cual ya perdería irremediablemente la visibilidad anterior (motivo principal para estar allí) y por mi natural tono grisáceo que rechina con el juvenil colorido de este nuevo “Tiempo”.

Por otro lado, fue un daño irreparable para mi sentimiento de seguridad y confianza propia el no poder codearme con los vecinos de antes, de los cuales me nutrí y seguramente me seguiré nutriendo desde la “distancia” para llenar este nuevo blog. Lo anterior lo digo porque con el nuevo diseño de eltiempo.com, ya nunca más estaré al lado de calumnistas como Jose Obdulio, Fernando Londoño, Poncho Rentería, Plinio Apuleyo Mendoza o Paulo Coelho (¿?).

Las anteriores razones me trajeron de vuelta a mi viejo y humilde Blogger, donde tuve que quitar las telarañas, abrir cortinas, pintar el letrero y rellenar con las viejas entradas del blog en eltiempo.com, sólo para que se note que en nuestro país en 3 años no pasa nada; o mejor, sí pasa mucho, pero siempre lo mismo, con nuevos personajes o con viejos recargados. Espero seguir dejando aquí un testimonio de que pasan muchas cosas por estas tierras, pero casi siempre son las mismas, haciendo de este país un loop interminable.

El blog de eltiempo.com probablemente continúe con otro nombre y con las siempre agudas apreciaciones de su dueño original, Thorik. Posiblemente yo haga algunos aportes a este, pero mi nueva oficina será acá en www.in-version.blogspot.com, donde con gusto, si deja un documento a la entrada, se les atiende (de 8 a 12 y de 2 a 5) y Helenita estará complacida en ofrecerles el tinto quemado o vaso de agua de rigor.