jueves, 9 de octubre de 2008

Se respira viernes


El bus iba tan lleno como de costumbre y una mujer de sastre azul 'millonarios' al parecer había desayunado una cebolla completa, hecho que me reiteraba con cada respiración justo en mi cara, sin que yo tuviera la más mínima posibilidad de evadir el penetrante olor, pues a duras penas encontraba un diminuto espacio para que mi brazo alcanzara el tubo que me permitía sostenerme antes de caer encima de cualquier conciudadano berraco y trabajador. Obviamente, ir en ese bus era como montarse en un toro mecánico, con el mismo reto de mantener el equilibrio a pesar de los jalonasos propinados por un buen chofer de palillo en la boca y camisa abierta hasta arriba del ombligo, sumado a la falta de aire frío, pues al parecer a todos en el bus les encantaba respirar los alientos de tamal, changua y calentao.

Aunque todos cumplían con su desgraciada rutina de dirigirse (impuntualmente, como de costumbre) a los cubículos en los que tendrían que permanecer las ocho horas reglamentarias, en el aire, aparte del encebollado aliento de la mujer de sastre azul 'millonarios', se respiraba algo distinto, como una euforia acumulada que lentamente impregnaba el aire junto con la ya indistinguible mixtura de desayunos 'trancaos'.

No podía saber exactamente qué era lo que pasaba, por qué razón había menos corbatas que de costumbre y más jeans pegados acompañados de un balzer azul, al mejor estilo de Jota Mario en pinta formal-casual, y cuando la duda rondaba en mi cabeza, el invasivo ruido de un radio a todo volumen me reveló la razón por la cual este no era, aparentemente, un día como cualquier otro... era viernes, hecho que los alegres locutores de la emisora se empeñaban en reiterar una y otra vez mientras, al mismo tiempo, incitaban a los oyentes a que despertaran a su macho colombiano en viernes: siempre con ganas de empelotar viejas, de tomar trago hasta perder el conocimiento y con un humor fácil como el de Sábados Felices.

Al llegar al trabajo la situación se volvía redundante y con una inusitada y muy sincera alegría, los trabajadores del lugar lucía ropa distinta a la de los otros cuatro días de la semana y llegaban con una cara de satisfacción difícilmente comprensible, mientras que la chica más parrandera, de esas que se ufanan diciendo que es una aguardientera empedernida y que cada viernes se emborracha al son de la sabrosa y elaborada "nueva ola del vallenato", decidió subirle a su radio y ponernos a todos a escuchar las poéticas líricas de Silvestre Dangond. Sin embargo, esa misma mujer parrandera de viernes, el resto de días luce una cara tan inexpresiva y amargada como la de Steven Seagal.

Pensar en esta transformación repentina en la actitud de aquella mujer, y de la gente en general, que ocurre sólo el viernes, impulsada en los medios de comunicación con frases tan básicas como: "todo porque hoy es viernes" con la voz nasal y silbido en la S incluidos del presentador de deportes del noticiero de RCN, me hace pensar en lo miserable que puede llegar a ser la vida los otros cuatro días de la semana.

Esa explosión de júbilo simplemente pone en evidencia la amargura que trae la vida el resto de la semana y la mayoría de gente no se da cuenta de que repite el ciclo a lo largo de toda su vida, poniendo sus ilusiones en llegar al viernes de cada semana, mientras malgasta los lunes, martes, miércoles y jueves simplemente añorando el viernes, sin darse cuenta de que la vida se va sólo en añoranzas de viernes o de vacaciones o de la divertida fiesta de fin de año de la empresa o de cualquier otra cosa que al fin y al cabo sigue siendo parte de esa detestable rutina de vida.

Creo que a pesar de pasar las 'alegres' noches de los viernes acompañados de una botella de Aguila o de una media de aguardiente guardada en una bolsa como la del doctor Chapatín, la vida sigue en una rutina miserable en la que sólo el viernes se toma trago, sólo el lunes se madruga, sólo el domingo se hace paseo de olla, etc., etc., etc. y sin embargo, y a pesar de estar tan felices el viernes, el lunes el bus ira lleno nuevamente, la mujer del sastre azul 'millonarios' volverá a desayunar cebolla y en la radio volverán a decir las mismas tonterías de siempre, solo que esta vez sin ese toque tan alegre que le imprimen los viernes.

Y como ya casi llega el añorado día, los dejo para que preparen sus gargantas, alisten su mejor ropa, 'enciendan los motores' para se vaya rápidamente la maldita semana y llegue la noche del viernes, que ojalá dure mucho y que ojalá, cuando se acabe, vuela a llegar bien rápido.

PD: Como la plataforma de blogs de eltiempo.com cambió recientemente, el blog en el que mi tío abuelo Argemiro expresó sus opiniones probablemente se perdió en el transito tecnológico y tal vez no fue leído como a él le hubiera gustado. Dejo acá el link de
aquella entrada publicada en un detestable martes, pero entendería si nadie la quiere leer pues al final de la semana no hay espacio para la lectura.

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