miércoles, 30 de marzo de 2011

Los peores covers hechos por músicos colombianos. O los peores músicos colombianos haciendo covers


Un día cualquiera, en un viaje en taxi con radio prendido, me enfrenté súbitamente ante uno de esos covers musicales que hacen explícita su intensión de absorber el éxito de las versiones originales para transferirlo a mediocres bandas. Fue entonces cuando recordé algunos de los intentos fallidos que se han gestado en esta tierra.

Al ir recopilando algunos de los covers más lamentables hechos por nuestros artistas y, por supuesto, sin sacralizar las canciones originales, me pude dar cuenta de que el tema de las adaptaciones de otras canciones era anecdótico, pues lo más lamentable no eran los covers sino las bandas o músicos en sí, situación que un dicho popular resumiría muy bien: no le pida peras al olmo.

Conociendo de antemano el gusto por los múltiplos de 5 para cualquier conteo o ranking, acá mi top 5 de los peores covers hechos por colombianos:

5. Hombre lobo en parís - The Mills

Patrocinada por los viejos adolescents de Radioacktiva, este grupo representa una camada tan rockera como Hello Kitty, en la cual también están The Hall Effect, Don Tetto y todas esas. Con influencias sutiles del emo, los integrantes de The mills, que se identifican con nombres como “Bako, Geogy o Dezee”, hacen un cover de la canción que compuso La Unión, uno de esos grupos famosos de los ochentas, cuando estaba en auge el “rock en español”. El sonsonete de estos grupos colombianos que se catalogan como “rock alternativo”, sea lo que eso signifique, es posiblemente más aburrido y menos emocionante que Mockus cantando “yo vine porque quise, a mí no me pagaron”.




4. Ah ah oh no - Wamba

La canción original fue compuesta por Willie Colón e interpretada por Hector Lavoe, a quien se le conoció justamente por su carácter y personalidad para cantar, característica por la cual fue conocido como El Cantante de los cantantes. Aunque cualquier palabra que uno le dedique a Wamba es excesiva, basta con decir que su insustancialidad no tiene límites y que son la representación más clara del tropipop, esta música maldita y mediocre, hecha por cachacos con sombrero vueltiao que luego de ir al Hilton de Cartagena, se creen más caribeños que Joe Arroyo. Así como Fonseca siempre soñó ser como Carlos Vives, no dudo que los chicos de Wambis quieran ser como Fonseca.




3. Idilio - Fonseca


Este personaje es el precursor del tropipop y en su carrera interminable por ser el Carlos Vives rolo, probablemente haya intentado ponerse unos hotpants de jean, pero en un atisbo de cordura se dio cuenta de que sus piernas lechosas lo harían quedar más en ridículo, incluso, que si embutía un sombrero vueltiao. Fonseca es el tropipop maduro, ese que tanto gusta a mamás y tías. La canción que decidió tirarse fue compuesta también por Willie Colón, quien lamentablemente le dio vía libre para hacer lo que se le diera la gana con su trabajo; el pobre Willie anda tan perdido que hasta grabó una canción con el tropipopero, la cual, incomprensiblemente, fue más popular y vistosa que la propia frente de Fonseca.


2. El mensaje en la botella – Juanes con Ekhymosis

Para ser claros, es necesario decir que la canción El mensaje en la botella, cover de Message in a bottle de The Police, no fue hecha por Juanes, tal y como lo conocemos ahora con sus letras de quinto de primaria y su filantropía. Este cover fue hecho por Ekhymosis, el grupo al que pertenecía a quien hoy llaman Juanes, lo cual no indica necesariamente que esta versión no sea lo suficientemente mala, a mi irrelevante juicio. Existen muchos que critican a Juanes, contrastándolo con las épocas doradas de aquel grupo paisa en el que él cantaba. Sin embargo, para mi Ekhymosis fue un poco menos malo que Juanes, pero también lo bastante malo como para componer canciones como esa que dice “ama la tierra en que naciste” u otra que se titula “De madrugada”, claves para entender lo que hoy es nuestro más insigne parce.


1. Nothing else matters – Shakira

De ser aquella jovencita que representaba toda la estética Timoteo o Jordano en su video Mágia, pasó a ser una baladista pop, no sin antes explorar por los lados del “rock” blandengue, para luego llegar a la bachata “loca”, con la que nos sorprendió recientemente. Su fama, ya mundial, le ha permitido explotar todo su eclecticismo, que es más bien una mezcolanza informe, hasta el punto de atreverse a hacer lo que hizo con la canción de Metallica sin que esto tenga consecuencias de consideración para su carrera, la cual cuenta con idólatras en todo el planeta. Shakira podría incluso volver merengue una canción de Megadeth, pero al mismo tiempo fabrica un romance con un futbolista del equipo más popular del mundo y sigue llevándose la atención de todos.

miércoles, 23 de marzo de 2011

10 tipos de twitteros colombianos (porque soy SME)


No sé desde cuándo estoy en Twitter y por supuesto me importa un comino saberlo; obviamente no soy de esos pura sangre que ya eran trinadores profesionales antes de que se inventaran la popular plataforma del pajarito. No me importa evaluar mi “desempeño” de cientocuarentacaracterólogo, probablemente porque por cada persona que me “sigue”, otras cinco salen corriendo, en lo cual ya tengo experiencia, pues al fin y al cabo esto de escribir en un blog me ha enseñado que por cada párrafo me gano, en promedio, 3 madrazos.

Sin embargo, el tiempo dedicado a leer @’s y #’s me ha permitido conocer ciertos perfiles de twitteros que abundan, sobre todo en Colombia. Es así como gracias a este texto empezaré a proclamarme como Social Media Expert (SME), pues después de escribir esto cumpliré a cabalidad con los tres requisitos para ser uno de ellos en Colombia: el primero es auto catalogarse como tal, el segundo decir obviedades y por último, pero no menos importante, llevar un redactor de decálogos en el corazón.

Sin más preámbulos, aquí los perfiles que he encontrado (obviamente, para consolidarme como SME, serán 10):

1. La celebridad criolla: Sabiendo muy bien que la televisión logra convertir caprichosamente en estrella a cualquier pelafustán de rasgos finos, 140 caracteres son más que suficientes para hacer evidente la limitación mental que garantiza la fama, la cual se puede erosionar levemente si lo trinado riñe con la indignación que tengan los twitteros ese día. Sin embargo, y a pesar de que en un par de líneas se haga evidente un cerebro más pequeño que un maní, las celebridades siempre tendrán miles de seguidores.

2. Caricaturista: Lo que queda claro con la presencia de caricaturistas en Twitter, es que un solo dibujo con un par de viñetas es más que suficiente para ellos, todo lo demás sobra. Con sus trinos no se cansan de cansar, demostrando también que su interacción con algo más vivo que una hoja y un lápiz, los devela como seres más fachos que el mismo Mussolini. Ellos en sí mismos son una caricatura.

3. El club de los lagartos: Como internet es el medio ideal para tener la sensación de dejar de ser anónimo, la mejor forma de ganar alguna mención es que todo lo que se trine vaya copiado a Daniel Samper Ospina o alguna celebridad twittera. Si a ellos les parece que lo dicho merece ser retuiteado, el lagarto se verá recompensado con una fugaz aparición en un timeline leído, pero que se desplazará a la velocidad en la que otro lagarto aparezca en busca de un retuiteo, es decir, en 0,5 segundos

4. Community manager: Recién salidos de la universidad, o incluso aún siendo universitarios en su mayoría, estos personajes son los encargados de darle voz a una empresa o marca. Se toman muy en serio esa teoría que acaban de aprender, bajo la cual las marcas deben involucrarse con su público, escucharlos y participar en conversaciones de una forma cercana, tanto así que los community managers terminan administrando esas cuentas como si estuvieran tomando cerveza en la tienda del frente de la universidad. Eso, cuando no confunden su cuenta personal con la de su trabajo y se les va un madrazo que luego no tienen como justificar si no es borrando el trino que un cazador de gazapos ya habrá capturado en un pantallazo imborrable.

5. Social media Expert: Seguir a todos es la consigna. Una vez haya seguido a todo el humano o robot que esté en Twitter, garantizará un porcentaje de seguidores gratuitos por aquella cordial fórmula del followback (seguir a quienes los siguen sin importar quiénes sean o lo que digan). Con varios miles de seguidores como aval, estos personajes proceden a organizar charlas y talleres de obviedades, donde también hablan de reglas y decálogos que les legitimarán cobrar varios miles de pesos a los incautos que caen en sus redes -sociales-.

6. El cotidiano: Su interés principal es contarle al mundo que se acaba de quemar con una papa, que está con los pies mojados por culpa de la lluvia, que los fríjoles que ingirió lo tienen internado en el baño o que Germán es el man es muy chistoso, así sin más rodeos, sin mayor elaboración y tal como están aquí expresados.

7. El hackeado: Bendito sea el hacker, pues gracias a ese personaje oscuro se puede andar diciendo cualquier cosa y luego echarle la culpa a una intromisión fantasmal en la cuenta. Eso argumentó el ministro de defensa cuando cometió un error ortográfico, el periodista Ricardo Orrego cuando confirmó la muerte de Alfonso Cano o la negra Candela cuando mató a Joe Arroyo. Digan lo que quieran que la culpa siempre la tendrá el hacker, quien al parecer ya tuvo acceso a los cerebros.

8. Experto instantáneo: Si hay manifestaciones en Egipto, ellos se volverán expertos en ese país y hablarán día y noche de su historia, política y economía, e increparán a todo aquel que no sepa tanto como ellos. Son lectores veloces de Wikipedia y con esa información botarán datos curiosos cada minuto.

9. Cazador de gazapos: Su vida está destinada a la corrección, y si hay cazadores de errores en las películas, en Twitter existen los que siempre están atentos a que alguien no tenga la ortografía de Rufino José Cuervo o que diga alguna estupidez. Guardarán testimonios de cada error cometido y si por ellos fuera, enviarían a la hoguera a los autores del error.

10. El político: Los SME (como yo) dicen que en la política actual es vital tener presencia en las redes sociales. Por eso, los candidatos a cualquier cargo de elección popular empiezan a transcribir discursos segmentados en mensajes de 140 caracteres. Al igual que las celebridades, el uso irrefrenable de Twitter pone en evidencia que para ser político el único requisito es no haber pasado por la primaria, característica fácilmente comprobable con una visita a la cuenta del presidente del Congreso.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Cartagening Hilton


He estado de vacaciones 3 veces en Cartagena, y por supuesto que he hecho lo que todo rolo blancucho debería hacer allí: conocer el castillo de San Felipe y tomarme fotos con un sombrero sudado de pirata, meterme en los zapatos viejos y en ese mar que es más sucio que un zapato viejo, comer en el imperio de Juan del Mar en la ciudad amurallada, pasear en coche, insolarme en un hotel de esos de catálogo, salir de rumba a los sitios que son una copia idéntica y sin gracia del rumbiadero bogotano de moda, ser presa de los millones de vendedores que salivan al ver mi pinta de cachaco, etc. Pero nunca conocí mejor a Cartagena como hace pocos días, que fui a trabajar y no estuve ni siquiera un día completo.

Con mi inocultable pinta de cachaco y con la experiencia vacacional previa, al llegar al aeropuerto esperaba una avalancha de taxistas diciendo cosas incomprensibles en costeñol y dispuestos a vaciar mi billetera con cualquier recorrido; sin embargo, esta vez a las 9 de la mañana, en temporada baja y sin ningún festival en el cronograma cartagenero, posiblemente para ellos era sólo un desgaste ir hasta ese lugar en el que no encontrarían extranjeros a los cuales chupar la sangre. Por fortuna, había un cartagenero de la empresa esperándome allí, quien al son del poco caribeño Santiago Cruz y Ricardo Arjona no podía disimular su risita al ver que yo con el juicio de un rolo exagerado me ponía el cinturón de seguridad.

Emprendimos entonces el camino y él, como buen anfitrión obligado, se dedicaba a mostrarme por el camino algunas nuevas construcciones irrelevantes y sin terminar que parecían despojos de las fiestas de cualquiera de los festivales que se hacen en Cartagena, con el agravante de que nadie trabajaba para que algún día fueran algo habitable y terminado. La cita extrañamente había sido programada a las 9:00 a.m., diez minutos después de que el avión pusiera sus llantas en la ciudad, y a pesar de mi afán y preocupación por el evidente retraso, allá a nadie le importaba si empezábamos a la reunión a las 10, 11, 12 o incluso si no la empezábamos.

El camino era una carretera sucia (y nueva) con dos carriles diminutos, aptos para ser transitados solamente por R4s; a los lados nunca hubo una construcción de más de dos pisos y muchas de las de un solo piso eran de ese palo viejo de pintura opaca y desgastada. La gente cruzaba las calles también sin el afán mínimo de salvar la vida, otros estaban en el andén mirando qué pasaba por ahí y nuestro carro parecía una novedad en sus vidas, pero lo seguían solamente hasta donde da el extremo de los ojos. Allí todo funciona diferente y parece que reina la desidia. Todo funciona diferente a esa Cartagena que se ofrece muy elegante al turista. Todo funciona diferente a la Cartagena que sale en televisión cuando llega Rubén Blades al Hay Festival, Willem Dafoe al festival de cine, Javier Bardem a hacer una película o Poncho Rentería a cualquier evento.

La Cartagena sin murallas probablemente tiene menos gracia que Ibagué y es habitada por cientos de miles de personas que, si no fuera por la desidia cartagenera, fácilmente podrían tumbar las murallas que protegen a Juan del Mar y a Raimundo Angulo a punta de piedras, machetes y frustración. Sin embargo, la inercia de esa ciudad hace que la mayoría de cartageneros se dediquen a nutrir la opulencia amurallada y seguramente, sin mayores afanes, se dedican a hacer trencitas y masajes en la playa, a vender ostras asoleadas o simplemente a robar a pálidos portadores de sombrero vueltiao.

No obstante, sigue siendo el lugar preferido para convertir la cabeza en una maraca a punta de trencitas playeras, colorear la piel con el tono de la camiseta del América de Cali y tomarse fotos, que saldrán en la revista Caras, en matrimonios de guayabera y en los peores casos de pareos. La mejor representación de Cartagena fue el famoso episodio de señorita Guainía, quien sin sonrojarse dijo en su propio inglés que estaba “felicitin in Cartagening Hilton”. Así es la ciudad amurallada, que muestra una cara pretenciosa pero que se pudre por dentro (en este caso por fuera) y que en su mayoría no tiene ninguna gracia. Una vez hecho el trabajo por el cual fuí a esta ciudad, que a pesar de haber pisado 3 veces y por más tiempo no conocía, regresé a Bogotá, de la cual ya es mejor ni hablar.