martes, 23 de noviembre de 2010

Colombia sufre de narcolepsia, también

Hace más de un mes, el periodista (profesión que en el diccionario de colombianismos es sinónimo de suicida) Hollman Morris publicó en su cuenta de Twitter una frase que inspiró este post y que inquietaría a cualquier persona saludable: “Colombia no dormirá el día que se entere cuantos de los desaparecidos son menores de edad”. Esta sentencia surgió a raiz del asesinato de tres niños de Tame a manos de un oficial del ejército que violó a una niña y luego la mató, junto a sus hermanos también menores de edad. Entre los tres niños, no sumaban ni siquiera la edad de ese Cristo que se invoca en los hogares colombianos todas las noches antes de dormir.

Lamentablemente, lo que parece ignorar Hollman es que Colombia, además de padecer males como el de alzheimer y la esquizofrenia, también es aquejada por graves episodios de narcolepsia, enfermedad que, dice Internet, es la “tendencia irresistible al sueño presentada en forma de crisis agudas”. En otras palabras, la narcolepsia hace que de un momento a otro el sueño se apodere de manera profunda de quien padece el mal, en este caso, de Colombia.

Hechos como el ocurrido con estos niños, en el cual están implicados los guardianes de la seguridad nacional, harían que un país sano no pegara el ojo hasta que, por lo menos el papá de los niños muertos, gracias a la acción de la justicia, tenga la ilusión de poder dormir algún día sabiendo la verdad del crimen y los castigos a los culpables, pero teniendo en cuenta que, cual anciano moribundo este país es aquejado por varios males, se hace prácticamente imposible no quedarse dormido.

Y si el insomnio empieza a atacar, hay varios estímulos apropiados para conciliar el sueño. Por ejemplo, cerrar los ojos con la arrulladora voz de las reinas de belleza que puede ser muy inspirador e incluso garantizar sueños de monarquías y reinos mágicos. También, para vivir más dormido que despierto, una buena dosis de Protagonistas de novela y sus consecuentes escándalos garantizarán que se pueda soñar con un mundo de cuerpos perfectos y de múltiples apariciones en la pantalla chica, y por qué no, también en la pantalla grande; al fin y al cabo en el mundo onírico todo es posible. No hay que descartar la somnolencia que se consigue después de una buena Pola, ya sea la bebida o la embebida televisiva.

La placidez del sueño, aderezada con la automática felicidad navideña, es el momento ideal para hacer un mundo más feliz a través de donaciones en los supermercados para el ejército, el mismo que en alguna pesadilla pasajera apareció como verdugo en Tame o en Soacha o en todos aquellos lugares que hasta ahora no existen si no para algunos constantes murmuradores que hablan de más abusos y violaciones. Como toda pesadilla, lo mejor es superarla con el olvido y la ilusión de nuevos y mejores sueños.

Mientras que hay unas madres en Soacha, un padre en Tame y no sabemos cuántos más que nunca volverán a dormir, el resto del país, en “contravía” con lo que dice Hollman Morris, duerme plácidamente gracias a la narcolepsia nacional, o simplemente porque poderosas pastillas para dormir, como firmar referendos de cadenas perpetuas, hacer grupos en Facebook, donar los 10 pesos de las vueltas del mercado o discutir sobre la autenticidad de los protagonistas de novela, garantizarán un sueño perfecto.

Dulces sueños…

2 comentarios:

Ramplón dijo...

Pues, señor Dimogno: No tiene que estar en El Tiempo para que sus asiduos lectores (ademas de no tener que registrarse), puedan comentar. Estoy completamente de acuerdo en que esta Colombia, día a día, olvida sus males para ser el "mejor vividero de latinoamerica".

DiMogno dijo...

Muchas gracias por la visita don Ramplón. No conocía su blog pero lo seguiré leyendo. Que duerma!