sábado, 8 de noviembre de 2008

De cumpleaños maestro!

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Hace 23 años, en  vísperas de mi cumpleaños número dos, cuando mi madre transitaba la ciudad para comprarme un regalo, cuál sería su sorpresa al llegar a la casa cuando los medios de comunicación informaban alarmados sobre la toma al epicentro de la justicia nacional.

Se trataba de la toma del Palacio, hecho que generó una retoma militar que, por el contrario, no ha sido tan famosa sino hasta hace pocos años. Para ese entonces el comandante del operativo salió con su tono tan particular y meneando el bigote a decir que lo que estaban haciendo era "defendiendo la democracia, maestro". Ahora el pobre, por defensor de la democracia ha perdido su libertad, maestros.

Como es habitual, mentiras hay de un lado y mentiras hay del otro. Los entonces guerrilleros no rebelaron la verdad así como tampoco lo han hecho los comandantes militares y políticos de esa época y 23 años después todavía hay personas esperando conocer el paradero de sus familiares y el país esperando conocer a los verdaderos hechos.

Cada uno de mis cumpleaños me recuerda también el cumpleaños de tan importante y representativo día para esta nación, en el cual se desaparecieron algunas personas que quién sabe dónde estarán ahora (me imagino que no será en Aruba) lo cual parece repetirse con frecuencia para no perder la costumbre, sin embargo, a la hora de defender nuestra democracia todo vale maestros, dicen muchos.

Y como diría Carlos Vives "cada 6 y 7 de noviembre ueeee, grito de independencia" porque ese día sí hubo independencia, tal vez para el ejército porque muchos afirman que el pobre presidente de la época fue un triste títerete que solamente buscaba algún poema que le regresara su tranquilidad.

Es así como cada vez que cumplo años, como seguramente en el cumpleaños de cada colombiano, hay un hecho nacional lleno de plomo y sangre que también está de cumpleaños, recordándonos (si es que aquí alguien se acuerda de algo) a cada uno de los compatriotas, que este país es como uno de sus platos tradicionales: un sancocho de fechas trágicas que nos recuerdan quienes somos.

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