martes, 7 de septiembre de 2010

El placebo de la Pola

El canal RCN, que lleva las mismas siglas de la emisora que, copiando a la Candela Estéreo de William Vil-asco, será medio oficial de una de las campañas para la alcaldía de Bogotá (según lo sugieren las malas y perversas lenguas, como la de J. Obdulio quien ya habla de Sor Pacho Santos como candidato a la alcaldía), ha venido bombardeando despiadadamente a todos sus televidentes en los últimos días con la promoción de su nueva súper novela: La Pola.

Esta empresa de comunicaciones, como si no fuera suficiente con embutirle a diario a los radioescuchas la insoportable lengua de sopa de la ahora Madre superiora Pachito o el ojo desviado e inquisidor de Claudia Gurisatti, ha decidido, escuchando a los miles de televidentes ávidos de "televisión educativa y cultural", llevar a las pantallas una telenovela histórica sobre la vida de Policarpa Salavarrieta.

No ha comenzado aún esta nueva obra de arte televisiva, pero desde ya me atrevo a pensar que se trata de una versión en Villa de Leyva y Barichara de Sin Tetas no hay paraíso, Chepe Fortuna o cualquiera de esas historias que hablan bien de lo que somos y de lo mal que lo hacemos, o "del mismo modo en el sentido contrario".

Sin miedo a equivocarme, puedo afirmar que en el fiasco televisivo que se avecina las vergonzosas-sosas historias de amor, el tributo a las obviedades, un poco de softcore de horario familiar, la gente agraciada de cara y sin gracia en el cerebro, los personajes con la misma profundidad de una columna de Poncho Rentería, las escenas de acción que dan risa y las de risa que generan inacción, seguirán dominando las noches de nuestra tele, a cargo ahora de esta nueva Pola.

No es difícil entender entonces, con estos medios de comunicación, por qué hay más interés en el favoritismo ilusorio de nuestra reina en miss universo que con los miles de calaveras anónimas de La Macarena, o por qué el colombiano de bien ávido de tv educativa y cultural sabe más de la vida de Shakira (y baila con "locura" su nueva desgracia musical) que de la ley de justicia y paz. El modelo de país que se difunde y con gusto se consume es el de la telenovela, el de Estilo RCN, el de Pacho Santos, el del periódico que usted está leyendo en este momento (entrada publicada originalmente en Eltiempo.com), el de la Negra Candela y Sweet, y aún así el típico colombiano de bien con descaro y sin sonrojarse asegura que quiere televisión educativa y cultural.

Con esta educación y cultura vivimos, con esta educación y cultura tenemos el orgullo de contar como proeza nacional con el enano más enano del "universo", con esta educación y cultura hacemos
tropipop con sombrero vueltiao, con esta educación y cultura vemos televisión. Con esta educación y cultura podremos disfrutar, como siempre, con el placebo de la Pola, sea la televisión o la bebida.

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