martes, 14 de septiembre de 2010

Hoguera 2.0


Con la autorización del omnipotente Julitonomecuelgues, el día de ayer una mujer denunció a un "caballero" (como lo diría el lema del colegio de curas al que asistió dicho personaje) que con ínfulas de Guasón decidió que la mejor manera de expulsar la sobredosis de alcohol y colombianismo acumulado de una noche en Andrés DC, era cortando la cara de todo aquel que osara privarlo del privilegio único de saborear una empanada...no cualquier empanada, sino la última del día fabricada por el gran Andrés.

No hacen falta más de dos dedos de frente para saber que en un sitio como este se pueden encontrar los peligros más inesperados de este país, pues sólo en tal templo de colombianismo el "colombiano de bien", ese bien-vestido y prestante al que sí dejan entrar a tan exclusivo lugar, sintiéndose como en casa puede explotar a gusto rompiendo botellas de aguardiente y demostrar todo su sabor y furia al ritmo de Mauricio y palo de agua, si no es que se trata de un sutil o descarado ladronzuelo de corbata.

Tras la denuncia radial de ese lamentablemente y común hecho, que se repite día tras día en las cantinas y demás Andreses de Colombia, después de un fin de semana de rutinarias lavadas de carro en chancletas, alicoramientos tropi-rancheros y misa dominical, la ciudadanía moralmente autorizada se hizo visible en internet, el espacio que por estos días es la palestra ideal para hacer la justicia ausente que en nuestro país sólo funciona para universitarios bobalicones que amenazan a otros universitarios bobalicones pero hijos de presidente.

No se hicieron esperar entonces todos los marchantes y activistas facebookeros para condenar a la hoguera a este experto en pelea con botella rota por atentar contra una vida, que por cierto en nuestro país vale menos que una empanada, no precisamente de las empanadas de Andrés, porque esas son demasiado costosas.

Sin justificar al perpetrador de tan depurada técnica de corte aguardientero y, por supuesto, sin menospreciar la gravedad del hecho, vale la pena evidenciar la nueva inquisición que se ha gestado en internet liderada por un grupo de jueces ciudadanos que reaccionan airadamente (sólo frente a ciertas indignaciones promovidas por Julito o Vicky) motivados, al parecer, por el placer simple de hacer parte de una conciencia escandalizada que sólo aparece en ciertas situaciones y que por lo tanto los hace sentir mejores personas.

No deja de sorprender que en un país con tantas muertes violentas como huecos en las calles bogotanas, sólo casos como el de "el cortador alcoholizado", "el jurista chofer" (aquel abogado que mató a una persona conduciendo embriagado) o "el marido encolerizado" (aquel barranquillero que mató a sus esposa; cabe aquí una mención especial al cubrimiento de El Heraldo, que ya nos tiene salpicados de sangre y viendo en amarillo) son los que despiertan la preocupación ciudadana masiva.

Es entonces Facebook, además de un mecanismo idóneo para el narcisismo y voyerismo, una inquisición amañada para condenar a ciertos criminales que cumplen con características comunes entre sí y que perjudican a ciertas personas, pues, por el contrario, ciertos otros no merecen la atención de Julito o de Vicky y por lo tanto no aglutinan ni dos cristianos en los tan apetecidos grupos de la popular red social.

No se trata de que estas denuncias no sean importantes, se trata de preguntarse acerca del papel que cumple el colombiano facebookero de bien, aquel que se escandaliza por lo que se escandaliza julitonomecuelgues, ese mismo que decide entrar al grupo de Facebook que condena unos criminales pero a otros no, ese mismo que convoca marchas a favor de unas victimas pero de otras no y que siempre está atento a ser una conciencia inquisidora que solamente aboga por condenas, más condenas y si es necesario castraciones o penas de muerte, mientras que con sus inútiles juicios digitales se siente bien consigo mismo acompañado de una horda colérica que también quiere sentirse bien y "hacer patria", la patria boba
.

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