jueves, 30 de septiembre de 2010

Taxonomía de los pasajeros de bus público

Que mataron al más escurridizo y bailarín jefe guerrillero; que un procurador lengüisopa y rezandero destituyó a la senadora que se toma fotos con la boina sudada de Iván Márquez y habla mal del país ante un grupo de europeos que en secreto se preguntan ¿dónde diablos queda Columbia?; que en Venezuela el comandante, con su sudadera tricolor, celebra la victoria en las elecciones, mientras sus opositores también hacen su propia celebración; que el otro presidente vecino, cegado por los gases lacrimógenos, grita "prefiero estar muerto a perder la vida", y así un interminable cúmulo de noticias llegan día a día a los oídos del ciudadano común.

Si bien, una de las cosas más anheladas por muchos es emitir juicios inútiles sobre cada tema que des-informan los medios, la verdad es una sola: a pesar de que el mundo se caiga a pedazos y el tomate chonto y la arracacha suban de precio, el ciudadano común y corriente debe seguir invariablemente su rutina de telenovela de las 8 y postura de sudadera los domingos.

Parte de esta rutina es la de montar en buseta, una proeza por la cual, particularmente a los bogotanos, nos deberían regalar cinco días adicionales de sueldo cada mes. Más allá de la
adorable clase transportadora y sus particularidades, dejando de lado que nos toca soportar a los drogadictos convertidos al cristianismo y demás embaucadores, además de tener que padecer la radio mañanera, valdría la pena ahora hablar de los pasajeros.

Con años de experiencia, batiéndome como un león en el hostil mundo de la buseta, he podido clasificar a algunos de los otros habitantes del oscuro y agreste ecosistema busetero así:

Gordo con déficit de motricidad: Es aquel personaje que, gracias a su evidente sobrepeso, en el tránsito por el ya de por sí estrecho corredor del bus, no puede hacer un recorrido nítido sin entrar en empujones continuos a los demás pasajeros, así vayan sentados. Si los otros pasajeros van parados y no han desarrollado la suficiente destreza de agarre a la grasosa varilla, es muy probable que tras el paso del gordo, sean arrollados y terminen tendidos en las piernas del pasajero que va sentado o estampillados contra una ventana. Si usted va sentado al lado de un gordo, asegúrese de abrir la ventana para sacar la cabeza y no morir asfixiado.

Oficinista encartada: Pertenecen a esta categoría trabajadoras de oficina (siempre mujeres), que desconociendo las dinámicas de la buseta, pretenden emprender un viaje en hora pico con una cartera colgada al hombro, una carpeta en la mano, una sombrilla, ojalá escurriendo, y una loncherita donde llevan un almuerzo que, casi siempre, parece recién preparado por el aroma a cebolla que expele y el calor que emana. Su ubicación en la buseta es muy complicada, pues si van paradas es obligatorio que alguien más les lleve sus aditamentos o de lo contrario en todo el recorrido terminan paseando por el corredor al ritmo de cada frenada y arrancada ante la imposibilidad de agarrarse, esto sólo si tiene la suerte de no quedar estampillada contra el espacio al lado del conductor donde se ponen las monedas.

Anciana enana: Con una estatura que no supera los 1.5 metros, mujeres de la tercera edad, o cercanas a ella, con voz aguda a quienes siempre el chofer les debe reclamar porque faltan $100 del pasaje, se caracterizan por quedarse mirando fijamente conversaciones ajenas o simplemente al pasajero que va en el puesto contiguo. Cuando éste se da cuenta de la mirada fija, la mujer esquiva el cruce de miradas y se hace la desentendida, sólo por unos segundos porque al rato repite la rutina. Al momento de bajarse, es clave que haya alguien en el último puesto, pues la anciana enana nunca alcanza al timbre para anunciar la parada y siempre debe pedir ayuda.

Avatar: Entendiendo por Avatar a aquel personaje que mide más de 1.8 m (estatura que en Colombia ya lo define como gigante), este personaje siempre estará apretado en una buseta. Si va parado tendrá que hacer lo posible por suprimir su cuello y pegar la cabeza al tronco para que pueda caber, no obstante, al agarrarse de la varilla superior sus codos quedarán flexionados y por ende, encima de la cara del pasajero del lado. Si va sentado, a la fuerza tendrá que recortar su fémur para que sus piernas quepan en el reducido espacio del asiento, de lo contrario, el pasajero del puesto de adelante tendrá que soportar un recorrido dominado por los rodillazos en la espalda.

Viejo discapacitado: Aunque el medio de transporte más apropiado para un personaje como este sería una ambulancia, la precaria seguridad social de nuestro país obliga a estos ancianos moribundos a abordar estos vehículos que los aproximan cada vez más a la muerte. Con una pierna llena de clavos, con la cadera recién operada o 15 puntos a la altura del ombligo, el viejo discapacitado debe montar en buseta para acudir a mediocres citas médicas.

Bonustrack

Universitario agotado: Son aquellos personajes de jeans entubados y pelo pegado a la cara que creen que su rutina diaria y la tensión de un quiz es tan desgastante como para no poder soportar estar de pie en un Transmilenio, por lo cual deciden sentarse en el espacio de unión de los buses, generando así una aglomeración en las puertas óptima para el próspero negocio de robo de celulares.

Si usted conoce más clasificaciones, no dude en hacer su aporte para nutrir esta lista.

1 comentario:

Anónimo dijo...

jajaja excelente... yo añadiría:

"El artista callejero": aquel personaje de la fauna urbana que, no contento con indisponer a toda la tripulación con sus quejidos y tonadas equivocadas, exige algunas monedas justo después después de decir que "el aplauso es el verdadero alimento del artista".

Yeikob