miércoles, 24 de septiembre de 2008

Radio mañanera

Al final de la década de los ochenta y principios de los noventa, cuando mi hermano mayor era un preadolescente que absorbía como una esponja las tendencias del momento, como todos sus contemporáneos, recuerdo que en las vacaciones pasaba las mañanas pegado a la emisora joven de la época: 88.9, que deleitaba a todos los chicos con el programa matutino El zoológico de la mañana.

A mi corta edad, para ese entonces, no tenía suficientes elementos de juicio para saber si lo que escuchaba, por simple imitación fallida de mi hermano, era algo bueno o malo, ahora pienso que no era la gran maravilla, pues los remotos recuerdos que llegan a mi mente son de personajes como Papuchis, Carlota o Don Fulgencio. A juzgar por Papuchis, que perduró por un tiempo más (y hasta protagonizó el video de Marbell) creo que era algo más bien desastroso, aunque se le abona que fue el pionero del gran desastre.

Con el paso del tiempo otras emisoras comenzaron a copiar la creativa idea de 88.9 y se volvió una regla tener un programa en la mañana que incluya personajes de ‘humor’ y chistes fáciles como ingrediente principal.

Por un tiempo deje de escuchar dichos programas matutinos, pero la rutina de ejecutivo (de montar en bus ejecutivo) me ha obligado a ser testigo de varios de estos programas que parecen copiados unos de otros. ¿No sería mejor, entonces, hacer un solo programa que se transmitiera por varias emisoras?

Para dicho gran programa sería necesario: la representación de un personaje de raza negra, cuya característica principal sea la pobreza y la ignorancia absoluta. Otro personaje sería el de una campesina boyacense totalmente inculta y de bajo nivel intelectual que en lo posible sea representada por un hombre. Sumado a esto, un astrólogo o adivino, o como se llame esa profesión, que se encargue de dar respuestas a medias a los oyentes para que los más ingenuos se vean obligados a acudir a los consultorios de dichos estafadores mentirosos a entregar una parte de su limitado salario.

Además de esto, dentro del libreto debe haber un espacio dedicado a hacer pegas y siempre, por encima de todo, cada uno de los locutores debe hacer comentarios con el más básico y ramplón doble sentido que perdurará durante las interminables cinco o más horas que dure el programa.

Sería ideal si el pequeño espacio dedicado a las importantes o intrascendentes noticias del país es conducido por el veloz e inculto locutor William Vilasco, como suele hacerlo en su siempre calenturienta emisora Candela, eso sí acompañado de las graciosas exclamaciones de su equipo de trabajo entre noticia y noticia así sea sobre la explosión de una bomba en un jardín infantil.

Un programa mañanero, único para todas las emisoras fm, sería algo mucho más lógico que tener la ilusión de que cuando se cambia de frecuencia se encontrará algo diferente y decente. De esta forma, por lo menos, se ahorraría en gastos de nómina y en ilusiones falsas sobre la precaria calidad de la radio mañanera.

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