Cuando los bogotanos amantes del fútbol, pero en general todos los capitalinos nos habíamos emocionado con la opción de ganar un título para la capital luego de 19 años de abstinencia de celebraciones, debemos enfrentarnos a una nueva decepción, hecho que ya se ha vuelto normal por estos lares.
Es por eso que ahora las alegrías tendrán que venir por cuenta del Transmilenio, por el tamal con chocolate o por la ilusión de ser la “Atenas Suramericana”, pero definitivamente no por el fútbol, pues la pequeña esperanza que La Equidad nos había dado, como era de esperarse, se ha desvanecido tan rápido como un relámpago.
Luego de una exhaustiva investigación, llegué a la conclusión del porqué Bogotá no está ni a la altura de Zimbawe en cuanto fútbol se refiere. El problema de esta ciudad se ha comenzado a cultivar algunos años atrás cuando a los alcaldes egoístas, sin pensar en la alegría de la ciudadanía, les dio por pavimentar las calles, crear colegios y parques con mucho pasto.
Es bien sabido que los mejores futbolistas del país han formado su talento en barrizales y tierreros que han perfeccionado sus habilidades de gambetas y fintas, ellos no tuvieron que pensar demasiado en estudiar sino solamente en cultivar un potente callo en sus extremidades para omitir el uso de zapatos y guayos.
Es por eso que lo que necesita Bogotá para obtener más triunfos futbolísticos, es menos asfalto, menos colegios, mucho menos pasto y por el contrario calles más rotas y tiempo libre para que los niños alimenten buenos callos que les permitan patear bolas de trapo y amortiguar las piedritas de las canchas.
Ahora pienso que la idea del metro para Bogotá es excelente, con el pretexto de este medio de transporte las calles se convertirán en campos envidiados para practicar fútbol y las fracasadas vías de Transmilenio podrían volverse campos de formación deportiva.
Solo queda esperar otros 20 años y de ahí en adelante los bogotanos no pararemos de celebrar por cuenta de Millonarios, Santa Fe y La Equidad. Por ahora solo queda seguir dando pasto a los demás, y quitando pasto de los parques para cambiarlos por piedritas y tierra.
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