viernes, 11 de enero de 2008

Ha llegado el Mesías

José Obdulio guarda sus más gratos recuerdos en un seminario del cual hacía parte años atrás, uno de esos lugares en los cuales el silencio reina constantemente, al parecer en la espera de la voz de Dios. En esa expectativa por percibir el dulce vocablo del creador, Jose Obdulio, con una fe ciega, descubrió que Dios lo había escogido a él para propagar su mensaje y cambiar este mundo imperfecto y constantemente errado. ¿O es que acaso las coincidencias ideológicas entre Jose Obdulio y el Papa son coincidenciales?

Es así como nos encontramos frente al Mesías y quienes siguen anhelando ese grato momento al parecer no se han dado cuenta de que ya llegó. Como es de esperarse para una divinidad, los ataques y las acusaciones están a la orden del día y aunque él trata de defenderse con argumentos de autoridad, citando a notables autores de infinita sabiduría, sus miopes contradictores no ven lo evidente, están frente a un ser superior. Solo la historia y algunos pocos fieles, al igual que sucedió con Jesús, sabrán la verdad y confiarán ciegamente.

Quienes lo acusan, no solamente por su vínculo familiar, sino también por sus encuentros y visitas a Pablo Escobar en la Catedral (un nombre nada casual), no se han dado cuenta de que para que un dios sea dios, tiene que acompañar a los seres más impuros de la tierra como símbolo de su profunda humildad, capacidad de perdón e intención de disuadir a los pecadores, no en vano Jesús amo a todos los mortales, se compadeció de prostitutas, perdonó a sus verdugos y nació en un simple establo.

Así mismo con la intención de brindar un ambiente de perdón en la Nación, ocultó al hijo del muerto un expediente que involucraba al padre del presidente en un sonado crimen, pero su profunda sabiduría le ha dictaminado que es hora de reconciliar a las partes en conflicto y olvidar un pasado manchado de sangre que solo trae desventura y rencor.

Y como la humildad debe ser su principal virtud, no se ha declarado rey ni ha ocupado ‘grandes ministerios’ y por el contrario para mantener bajo perfil solamente se ha impuesto el título de consejero presidencial, con la connotación que trae consigo la palabra consejo: quien lo recibe puede acatarlo o no.

Afortunadamente dios ha mirado a esta nación de la motosierra y de los grilletes para venir a salvarnos y si el presidente es humilde y sabio aceptará todos los consejos que le brinda el ser supremo para guiar al país hacía caminos de paz y bienaventuranza.

Esperemos, eso sí, que los colombianos que estamos viviendo el tiempo del salvador, no vayamos a quedar como una chancleta en los libros sagrados de la historia por vilipendiar el santo nombre del Mesías como ya les sucedió a los contemporáneos de Jesús.

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