sábado, 5 de enero de 2008

Poncho, un buen opinador del país más feliz del mundo


A propósito de la mención a Poncho Rentería como el protagonista de la ya conocida y a diario vista pintura que constituye el perfil de William Moore, el bloger que protagonizó la entrada escrita anteriormente por Thorik, voy a referirme a tan destacado personaje de la prensa colombiana.

Sabios han sido los medios de comunicación nacionales al erigir como uno de los líderes de opinión, al gran Poncho Rentería, un hombre que con un lenguaje dicharachero, chabacano y alegrón opina semana a semana sobre los hechos más importantes de las peluquerías colombianas.

Solo un país como este permite que los diálogos de este hombre, de gruesa voz pero de delgado pensamiento, cuando va a arreglarse el mostacho que adorna su cara, hagan parte del diario más importante del país. Pero es entendible porque el “país más feliz del mundo” no puede pensar nada demasiado enserio pues probablemente deje de ostentar uno de los pocos títulos que orgullosamente lleva, a pesar de lo extraño que resulta pensar una forma concreta de medición de felicidad de un país…que tan feliz será Francia o Costa Rica??, por ejemplo.

Pero bueno, regresando al tema que nos atañe, Poncho a la hora de escribir sus columnas sigue la formula de los noticieros, primero un breve, muy breve comentario, sobre un acontecimiento de la realidad, como para que no digan que su bigote no guarda conocimientos del acontecer nacional. Y ya con este terreno ganado frente al ingenuo lector, puede comenzar con su retahíla de comentarios baladíes sobre las piernas de fulanita, sobre la ‘inteligencia’ de sutanita, sobre el carácter de menganita, sobre el peinado alto de señora de Pomona de perensejita o sobre los hombres en la cocina, y demás comentarios ‘felices’ para un país igual de feliz a él. La misma estrategia de un noticiero de Caracol o RCN, un poquito de noticias, un mucho de deportes y aún más de farándula, para que todo el mundo quede contento, eso sí manteniendo al margen cualquier pensamiento fatalista sobre violencia, pobreza o corrupción que pueda poner en riesgo la felicidad de “el país más feliz del mundo”.

Es por eso que propongo que el ilustre Poncho, ambientado con la música de su tocayo Poncho Zuleta al son de unos cuantos disparos y mucho ‘wiki’ (evidencia suprema de la alegría del colombiano), abra una academia de felicidad y así asegurar por muchos años más que Colombia continúe siendo el país más feliz del mundo, un título que alimenta el vapuleado orgullo de este país, obviamente todo esto bajo la batuta del feliz infeliz de Poncho Rentería.

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