jueves, 26 de febrero de 2009

Musicantro Cultubar


En principio y con mucho orgullo debo aclarar que las palabras impregnadas de humo de fogata y de "vinito caliente" que titulan este post no pertenecen a mi poco bohemia mente, por el contrario el creador de esta "poesía" debe usar una boina, mochila y bufanda hasta para bañarse (aclaro que no me estoy refiriendo a mi compadre Thorik).

Este par de nuevas palabras de la lengua española, engalanan la entrada de un "cultubar" ubicado en la carrera séptima con alguna calle de Chapinero que en este momento no podría precisar con exactitud. El maravilloso descubrimiento que despertó mi repulsión pero sobre todo mi risa, tuvo lugar en una parada de bus cualquiera que me dejo por algunos segundos enfrente de este monumento a la atemporalidad y a la pretensión.

Debo aclarar que el solo término "musicantro cultubar" no hubiera generado en mí tanto interés si no hubiera estado acompañado de unas pinturas de el Che Guvera, de la imagen de las películas La naranja mecánica y Todo sobre mi madre, además de una reproducción de Silvio Rodriguez o Joaquín Sabina o alguno de esos músicos estereotipados con su guitarra henchida de poesía y revolución.

Después de algunos segundos de haber observado la fachada completa del espantoso sitio y haber leído en ella: "Todo sobre un café" (obviamente y de forma creativa ubicado al lado de la imagen de Todo sobre mi madre), lo que me imagino será el nombre del lugar, comencé a decantar uno a uno los componentes de tan elaborada invitación a entrar en ese bohemio mundo.

Por un lado la palabra "musicantro". Obviamente la música debe ser un elemento muy importante de dicho lugar, su discoteca debe estar plagada exclusivamente de canción protesta, como si desde ese entonces hasta acá no existiera más creación musical. Los asistentes a este templo de la ridiculez deben prestar especial atención a cada nota de guitarra que se escucha en "Todo sobre un café" para después poder descrestar adolescentes en busca de identidad que hacen su paso obligado por esas fogatas en donde se canta La Masa o cualquier canción de Sui generis.

Por otro lado, no dudo que este es un antro, como acertadamente ellos mismos se autodenominan, pero me causa gran curiosidad encontrar siempre que en este tipo de gente  existe una referencia a su carácter incomprendido y abyecto por estar en contra del "sistema" y por cargar con el enorme peso de las revueltas estudiantiles de Francia en mayo del 68, aunque probablemente no tengan ni idea qué pasó allá por esa época, sin embargo es casi como un síndrome de la incomprensión sin el cual no se podría ser bohemio.

La segunda palabra, "cultubar", no podía dejar de lado a la cultura, pues el interés máximo de estos personajes siempre es la poesía y la literatura y todos esos temas trascendentales. Al igual que la música hay una creencia popular de que no hay nada aparte de Baudelaire o los poetas malditos a quienes seguramente todos estos simulacros de escritores quisieran parecerse, más en su carácter de incomprendidos que en la calidad de sus textos, porque seguramente jamás serán ni un cuarto de lo que fueron sus ídolos.

Y no me extrañaría que uno de los souvenirs de "Todo sobre un café" sea una fotocopia borrosa del capítulo 7 de Rayuela de Cortazar, ese que dice "Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca..." para que nuevamente estos enmochilados cuello de tortuga, puedan encandilar a unas cuantas adolescentes en época de rebeldía.

Todo lo que pueda parecer creación artística de calidad o temas revolucionarios causan especial interés en este tipo de personajes y por eso es posible observar un extraño collage que parecería estar diciendo: esto es lo que te debe gustar para que seas bohemio, algo así como un kit. Algunas pistas se aprecian en "Todo sobre un cafe", por ejemplo, debes ser fanático del Che Guevara (pregunta suelta: ¿qué tiene que ver el revolucionario argentino con Millonarios?), debes saberte de memoria La Naranja mecánica, Todo sobre mi madre y demás películas que promocione el cine club El muro en los postes del centro y Chapinero; debes saberte las canciones de Silvio (sin apellido, como si fuera muy amigo), debes conocer de los poetas malditos, debes tener en tu closet por lo menos una mochila y ojalá vieja y sucia para que no parezca comprada a los hijos del presidente. Todo esto para que por lo menos parezca culto, una persona culta en los años sesenta.

A pesar de mi gran curiosidad prefiero aguantarme las ganas de ingresar a este sitio y prefiero quedarme imaginando cómo será este centro de la bohemia y de la comedia, mientras espero con ansias seguir encontrando este tipo de joyas bogotanas que alegren mis eternos días de trancones capitalinos.

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