lunes, 19 de octubre de 2009

Aplaudiendo el despido de Claudia Lopez


Bendito sea el señor y todos sus Santos, al impedir que aquel nefasto día en el que me dio por escribir una de las sandeces que usualmente digo, pero en ese caso hablando mal del sacrosanto periódico de "los colombianos de bien" y que por cierto gasta un par de bytes en las nimiedades acá escritas, no apareció al final del texto una nota en negrilla que arrancaba con un fatalista N. de la D. (nota de la dirección), como si le sucedió a la patealoncheras Claudia López.

Por supuesto, cabe aclarar que los madrazos diarios que se ganaba esta señora iban acompañados de algunos pesos, mientras que los nuestros los guardamos en nuestras vacías billeteras para ver si se produce un milagro de los santos y se convierten algún día en billetes, así como Jesús convirtió el agua en vino.

Esta in-consciente mujer tuvo la nefasta idea de hablar de los artilugios editoriales realizados por el faro periodístico de esta cegatona nación, al ir guiando la opinión de las cotorras lectoras para que creyeran en la ineptitud del precandidato presidencial Arias, como si para encontrar esta ineptitud no fuera suficiente con oírlo hablar e imitar, cual neonato, al presidente.

El elegantísimo despido de esta columnista, hecho que muestra una vez más cómo nos expelen flatulencias en la cara día tras día en esta Agro-Democrática-segura patria, solamente sirve para que la realidad se haga cada vez más evidente, por supuesto para la minoría.

Sin embargo, solo hace falta montarse a un bus urbano, hacer una fila en cualquier entidad estatal o bancaria o sencillamente encontrarse con el vecino en el ascensor o la tienda de don Chucho, para saber que el discurso del colombiano es uno solo y este consiste en quejarse por cada cosa que funciona mal, pero al mismo tiempo hacer lo posible para que siga funcionando mal, por ejemplo montando al poder a los que hacen todo mal. Eso quedará claramente ratificado con las próximas elecciones para la presidencia de Colombia.

Es muy estimulante corroborar cómo se articula cada día sin mayores reparos el juego de poder que hace ganar a Colombia premios como el del país más feliz del mundo, el país más corrupto, el país más parecido e irónicamente el que más odia a Venezuela, el país que mejor maneja la motosierra, el país de la pasión o el de mayor cantidad de minas, entre muchos más galardones muy disímiles entre sí. Todo esto en un matrimonio (bendecido por Dios y hasta que la muerte los separe) entre latifundistas, empresarios, políticos, patrocinadores de políticos y medios de comunicación, que al fin y al cabo son la misma cosa, obviamente apoyados por el grueso de la población  o mejor llamados ciudadanos de bien, quienes sencillamente lo único que hacen es garantizar su propia desgracia.

Por esta razón, para que todo sea como ha sido siempre, aplaudo el despido de Claudia López, por lo menos ahora le escupen a los colombianos de una forma más directa y ellos siguen orgullosos de recibir los escupitajos en sus bocas. Ojala el próximo presidente sea Santos y El Tiempo siga elevando su número de lectores...y no precisamente por este blog chambón.

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