martes, 13 de mayo de 2008

De nuevo, a defender verdades prestadas


El país se levantó hoy con la sorpresiva noticia de la extradición de los jefes paramilitares, la cual muy pocos esperaban que se diera de una forma tan repentina y a media noche sin aviso previo.

Algunos años atrás todos estarían celebrando porque en Estados Unidos sí se cumplen condenas y sí se hace justicia, es por eso que Pablo Escobar inició una oleada de terror que se llevaba a su paso a cualquier desprevenido y también prevenido. Y muy claramente aseguraba que prefería morir (así fuera con la panza afuera y en un tejado) en Colombia, antes que irse preso a Norteamérica…tal cual como sucedió.

Cuando Mancuso, Don Berna y demás amiguitos son llevados no precisamente a conocer a Mickey Mouse, saltan voces de rechazo frente a esa decisión y las suspicacias sobre una jugada estratégica del gobierno es su argumento principal. Mientras unos dicen que es muy bueno porque estos tipos seguían delinquiendo desde la cárcel, otros dicen que quieren callarlos para que no denuncien más políticos o militares (probablemente porque ya no hay espacio en las cárceles).

El ciudadano del común, como yo, que está muy lejos de conocer las verdaderas motivaciones de parte y parte, no puede saber cuál es la verdad sobre esta decisión. Simplemente lo único que hace es recibir ‘verdades’ de todos lados y con base en esto tomar partido a favor o en contra sobre esta extradición; esa inclinación por una u otra verdad es por encima de todo un acto de fe. Y así, con una convicción sagrada, defiende causas prestadas.

Es por eso que yo prefiero no tomar partido, porque como cientos de veces ha pasado todo seguirá igual a pesar de que unos digan que algo es bueno o malo. Continuarán existiendo paramilitares hasta que haya guerrilla, y habrá guerrilla hasta que haya narcotráfico y paramilitares. Continuarán existiendo políticos corruptos que le vendan el alma a cualquier ‘Macaco’ para tener poder y dinero, y continuarán existiendo militares amigos de los paramilitares. Así mismo continuará existiendo, quién sabe hasta cuando, una ciudadanía que defiende verdades impuestas y hasta pelea entre sí por ellas.

Es por eso que el único acto de fe que yo puedo tener por ahora, es creer que la madre tierra no nos castigará con huracanes, ciclones o terremotos, porque con el castigo de ser como somos, sería demasiado que la tierra misma se ensañara contra este pobre país que suficiente tiene con su propia naturaleza autodestructiva.

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