viernes, 16 de mayo de 2008

La inútil descripción de una tribu urbana


En cada época ha sido posible clasificar a los jóvenes de acuerdo a sus ideas políticas, a sus gustos musicales o a su forma de vestir. Los adultos, que en su juventud conocieron algunas modas, casi siempre se sorprenden por las nuevas tendencias que no logran comprender, y con algo de nostalgia quieren encontrar definiciones que posiblemente nadie tenga. Sin embargo, el adolescente que debe encontrar un territorio existencial necesita inscribirse en algo que lo defina, pero cuando crece ese problema ya está resuelto, aunque muchos se quedan allí por siempre.

Debo aceptar que muchos de mis amigos en la adolescencia pretendieron ser medio punks, algunos medio metaleros, otros medio raperos, etc., etc., etc. Yo, aunque escuché (y aún escucho) mucha música de esa que aglutina gente con ropa idéntica, afortunadamente siempre pasé desapercibido por no atreverme a usar pintas escandalosas.

Esto es entendible a causa de las crisis existenciales de la adolescencia y por eso podría hasta comprender las extrañas motivaciones de los odiados, rechazados y hasta maltratados emos, así como entiendo a los demás jóvenes que pertenecen a otros  de estos grupos. Lo que sí me resulta extraño es que personas adultas sigan aún con estas ideas, pero como dicen por ahí: problema de cada quien.

Más allá de eso, encuentro cada vez más divertido el afán casi desesperado de los medios de comunicación por tratar de comprender cada fenómeno de estos. Es como un abuelo con espíritu juvenil tratando de aprender a jugar Nintendo mientras desespera al nieto que solo quiere divertirse, sin tener que enseñarle a su abuelo algo que no va a aprender.

Todo esto, porque hace algunos días leí una columna de Mauricio Pombo en este mismo diario, en la cual intentaba describir a cada tribu urbana de acuerdo sus ideas políticas y apariencia, lo cual generó todo tipo de comentarios donde muchos eran de desaprobación porque no describía de forma adecuada a cada grupo y dejaba por fuera gran parte del espíritu de cada ‘tribu’.

Me pregunto ¿cuándo llegará alguien a satisfacer a todos los adolescentes en una descripción de una tribu urbana? Tal vez nunca, y por eso me encantaría que los padres de familia, como el señor Pombo, dejaran de hacer un intento que resulta casi ridículo.

Pero me causa más gracia cuando leo una entrada de un blog firmado por una blogger “Feroz” que se empecina en describir el movimiento gótico, a lo cual los lectores responden con palo y más palo por no conocer a fondo dicha cultura. El gran problema es que la señorita Feroz, hace de su artículo una especie de venta de lo gótico, algo así como: para ser gótico tienes que oír estos grupos, ir a estos bares y comprar la ropa en tales tiendas. Me suena como a un gracioso comercial de Sprite que vendía kits para raperos…en este caso se intentaba vender un kit para góticos.

Definitivamente no le encuentro sentido a que se quiera describir estos movimientos que ni siquiera quienes están inscritos en ellos saben exactamente qué son. Propongo que dejemos en paz a los adolescentes que buscan su identidad, porque ellos algún día la encontrarán, mientras que los columnistas y bloggers y padres y tíos y abuelos, seguirán preguntándose por siempre con un dejo de nostalgia por los días de juventud ya perdidos ¿Cuáles son las modas juveniles del momento? A lo cual yo respondería con otra pregunta ¿no es precisamente la falta de definición lo que permite al adolescente sentirse “único” y “protegido” del dominio adulto?

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