jueves, 8 de mayo de 2008

Un reality colombiano


El pueblo colombiano (como dirían algunos bloggers para incluir falazmente a todo nacional en sus apreciaciones simplistas) fue testigo en la tarde de ayer, del reality show más autóctono que hayamos visto por estas tierras. No se trató de nada relacionado con chivas, ni con sombreros vueltiaos, ni con tinos o pibes, por el contrario la idea predominante en este espacio televisivo fue la incompetencia y mediocridad que debería tener algún lugar en el escudo o en el himno nacional.

Cuando los conductores de ambulancia y muchas otras personas se encontraban en medio de una apacible siesta, en el congreso de la república bajo la mirada constante de cámaras televisivas, el representante a la cámara Jose Fernando Castro, mientras hacía una intervención, era víctima de una desconexión del cable vital (así como en Matrix) que algunas horas después terminó intempestivamente con su vida.

Para nadie es un secreto que este tipo de situaciones suelen ocurrir cuando a dios o a Morpheus o a quien sea responsable le da por desconectar el cable de la vida, sin embargo en este caso particular, las especulaciones continúan a causa de incompetencia que impera en nuestro país.

Probablemente si el señor Castro Caycedo hubiera sufrido su ataque cardiaco en medio de una clínica con toda la atención necesaria también su hubiera muerto, pero eso nadie lo puede asegurar. Sin embargo, resulta revelador que ni siquiera en el Congreso hubiera las medidas de seguridad que debería haber en muchas otras partes y obviamente no las hay.

Así mismo es hora de preguntarse por qué se escuchan sirenas de ambulancias constantemente y porqué en cada trancón hay un vehículo de estos sobrepasando carros con un afán de ‘vida o muerte’, pero cuando una persona requiere la asistencia inmediata de una ambulancia, esta nunca aparece, dejando al paciente cada vez más cerca de dormir con pijama de madera.
                                     
Hace algunos meses se reveló una investigación periodística que mostraba la forma en la que las ambulancias servían como servicio de mensajería y para transportar personas que tenían afán, pero lo que queda totalmente comprobado es que en Colombia, el afán por salvar una vida no es tan importante como otros afanes, y está primero el dinero que pueda recibir una ambulancia por una diligencia ‘importante’ sobre la escasa vida de cualquier moribundo.

En este caso sucedió en vivo y en directo, nada más y nada menos que en el congreso de la república, pero sin duda no es una situación excepcional, sino que por el contrario es la constante y tuvo que suceder este triste hecho para que en el congreso hicieran un debate de ‘urgencia’ sobre las posibles fallas de la línea 123.

Una vez más queda comprobado que en la tierra del café, de las mujeres hermosas y la gente feliz, la vida vale menos que un calado mohoso. Como de manera un poco torpe lo dijo un congresista: “el congreso está abandonado a su suerte” a lo cual yo diría: el país está abandonado a su mala suerte.

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