martes, 12 de agosto de 2008

La crujido de la maldita crispeta


La tensionante música hacía prever que la situación empeoraría, sobre todo ante la presencia pintoresca del Guasón que con sus gestos demenciales y su forma atropellada de hablar, apretaba el escalpelo que estaba a punto de ampliar violentamente de un solo tajo la boca del mafioso que había tenido la osadía de retarlo. Todo parecía indicar que el Guasón jalaría la cuchilla para hacer una cicatriz imborrable en la cara de su adversario, pero la espera se hacía interminable, hasta que…. Zzhhh!!!

No fue ningún sonido proveniente de la pantalla, era, por el contrario, el ruidito de ese insoportable paso de aire entre un diente y la lengua que algunas tías y abuelos hacen deliberadamente para retirar de sus muelas cualquier rastro de carne, marrano o pollo del almuerzo.

Desafortunadamente, en esa ocasión no era un tímido intento por retirar una ñunfla mal ubicada, sino que era el maldito tic de la señora que estaba en la silla del lado y que para mi desgracia se convirtió en parte de la banda sonora durante toda la película. Para mi desgracia también, ahora, cada vez que voy a cine, debo contar con una variedad inimaginable de ruidos que para mí resultan absolutamente desesperantes.

No entiendo por qué razón la gente que asiste a una sala de cine tiene el descaro y la falta de decencia de no apagar su berraco teléfono celular cuando empieza la película y a pesar de que hay diez mil señales que dicen que se debe hacer silencio, en la mitad de una película siempre suena el maldito ‘Nokia Tune’, eso sin contar con que el desconsiderado al que le suena conteste sin sonrojarse.

Además de esto la cantidad de paquetes de papas, nachos, besitos, el recipiente de crispetas y hasta el vaso de gaseosa, parecieran en cada función hacer parte de stomp ese creativo espectáculo musical que se hace con elementos cotidianos y que suena tan bien, pero no en medio de una película.

Como si esto no fuera suficiente, algunos deciden (no se si para evidenciar su estatus al comprar la fina salchicha que al parecer proviene de un marrano criado con caviar, pues un perro caliente que solo consta de pan y salchicha cuesta más de 10 mil pesos) comer con la boca abierta lo cual permite que a cinco filas de distancia se pueda detectar que está ingiriendo cada persona.

Recomiendo también abstenerse de llevar niños menores de tres años a una película cualquiera, pues lo más probable es que a los quince minutos ya esté dando alaridos de desespero y de paso tirándose el entretenimiento de los demás. Así mismo, no entiendo por qué siempre hay un anciano cuyas amígdalas están conformadas por una flema constante que no les permite dejar de toser cada siete minutos.

Y para terminar, lo más descarado que he tenido que soportar, además de los continuos golpes en la silla de aquellos desconsiderados que no se pueden quedar quietos y pensar un poco en que la persona que esta adelante siente esa leve patadita como un terremoto, son los comentarios en voz alta que se hacen las parejas mutuamente para comentar la película e incluso para predecir lo que va a pasar y cantar las canciones del filme.

¿Qué les hace pensar que el resto de personas pagaron una boleta para oír sus comentarios? ¿es justo que un trabajo tan cuidadoso y dispendioso en el diseño sonoro, del guión y de la fotografía de muchas películas se vea torpedeado por tanto atarbán que va a cine a comer y charlar?

Este es un llamado, querido lector, para que le informe a su tía o abuela o tía abuela (que usualmente no pueden mantener el parlanchín pico cerrado y hacen más ruido que el camión de la basura) que a cine uno va a disfrutar de una película en silencio, pues la película misma tiene mucho por decir no solo en imágenes sino también en sonido.

Ya se también, querido lector, que como dicen algunos simplistas “si tanto le molesta pues no vuelva a cine”, y yo por mi parte diré: si usted es de los que está pensando así y, peor aún, es de los que traga con la jeta abierta en cine y hace ruido y patea sillas y aplaude cuando se acaba la película y predice el futuro de la historia y canta con los personajes y contesta el celular y hace comentarios y lee en voz alta los subtítulos y lleva a sus hijos de 6 meses, puede irse ya mismo de acá y de paso de las salas de cine.

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