jueves, 29 de abril de 2010

Mockus no es igual a Mesías


A pesar de encontrar por ahí uno que otro petardo olvidado como el galán de la novela Paquita Gallego, o algún músico varado tratando de iniciar una carrera de fama a costa de la campaña de Mockus, en mi corta memoria política no hay un registro de alguna campaña electoral en la que los principales promotores fueran los mismos ciudadanos; lo cual a mi juicio es alentador, siempre y cuando no intenten elevar a Mockus al punto de Mesías, como mucho gusta por estas tierras para eludir responsabilidades ciudadanas propias.

Sin embargo, hay hechos concretos que permiten vislumbrar que Mockus está lejos de pretender ser el mayor gamonal nacional, aquel personaje de sombrero que se cree el único capaz de definir los destinos del país y cuenta a su alrededor con un ejército de áulicos que no se atreven a cuestionar ninguna de sus decisiones.

En principio, un gamonal de aquellos que comparte cualidades con cualquier traqueto valluno, no tendría la menor intención de mostrar un ápice de debilidad, como confesar por ejemplo que tiene Parkinson. Por el contrario, un Mesías rural colombiano goza de salud infinita, pues de no ser así, sin su presencia el país está destinado al fracaso. Mockus parece entender que es importante imponer un liderazgo que lleve a la gente a ser mejor, a que la sociedad se rija por unos principios básicos que le permitan ser viable, sin que esto presuponga que el destino de un país dependa solamente de una persona.

Así mismo, un líder honesto, a diferencia de los politiqueros tramposos bien conocidos en este país, está en capacidad de reconocer equivocaciones y corregirlas oportunamente, sin echar mano de frases que lo hagan parecer muy astuto por ajustarse al "cambio de las circunstancias". Mockus seguramente entiende que él puede equivocarse, pero que tendrá el buen juicio y un equipo de expertos en cada tema que podrá asesorarlo, pues de paso está rodeado de personas escogidas con criterios técnicos y no como chambones pagos de cuotas burocráticas (
para la muestra éste sencillo botón del Archivo general de la Nación, sin entrar en estamentos más álgidos), como desde ya se empieza vislumbrar en otras campañas en las que se reparten puestos como tamales y lechonas.

Aquellos que esperan un nuevo gamonal que le de rejo (cuando rejo es sinónimo de amenazas, estigmatización o persecución) al terrorismo, incluyendo en ese amplio concepto a opositores y periodistas, añoran un candidato que proponga cosas concretas como reducir el desempleo al 0%, acabar con la guerrilla o salud gratuita para todos los ciudadanos, todo esto en un solo periodo presidencial. Seguramente Mockus no se atreve a proponer este tipo de utopías, como sí lo hacen muchos otros a pesar de tener la seguridad que cosas así no son posibles en corto tiempo.

Por el contrario, Mockus propone algo que, a juicio de los que ofrecen mercados de granos y ladrillos a cambio de un voto, podría parecer muy etéreo como la legalidad, pero me temo que en un país donde las leyes existen sólo para ser violadas, esto sería el primer paso para empezar a reducir el desempleo, a acabar con la guerrilla y mejorar la salud de todos, sin necesidad de hacer promesas que se "entiendan", así como se entienden las telenovelas.

Como bien lo dijo mi compadre Thorik
en su entrada anterior, tenemos la oportunidad de empezar a probar otros caminos para definirnos como país y para empezar a actuar de otros modos, lo cual implica que cada uno asuma su responsabilidad, sin tratar de erigir iconos omnipotentes, calificados de esta forma por cegueras pasionales y lisonjeras.

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