martes, 8 de abril de 2008

El padre Chucho: formando el pueblo de dios


Muchas veces, por culpa de mi agotador trabajo, me pierdo lo mejor que tiene para ofrecer la televisión nacional, por ejemplo ya no veo tan a menudo a Jorge Duque Linares, he tenido que renunciar a Padres e Hijos, al programa del Jota Mario y demás joyas televisivas nacionales.

Pero anoche, víctima del insomnio, me encontré en el cómodo y sobre todo adecuado horario de las 12:30 a.m. con el programa de la defensoría del televidente de RCN, que por cierto en vez de llamarse así, debería llamarse: “espacio para cumplir una cochina ley que no nos interesa porque el televidente jamás tendrá la opción de quejarse legítimamente”.

Pues acompañado de la señora Defensora del sometido televidente, mujer que me atrevería a pensar que es un holograma, en esta ocasión estaba el siempre cordial, pausado y de gigantesca sonrisa, padre Chucho.

Pues bien, como lo había dicho anteriormente desde hace mucho ya, he estado margen de los programas de tv colombianos, como el del sacerdote-estrelladetv. En esta ocasión salía el padre Chucha, obviamente mostrando hasta la última muela aunque para mi sorpresa sin los frenillos que tanto le lucían, saltando y haciendo maromas para ridiculizar la práctica del Yoga, lo cual fue tema de un capítulo completo de su programa.

Con una falta de conocimiento absoluta este animador de tv de poco peso, pero de muchas muelas, comenzó a decir que hacían el ruido de ¡Ohmmm! mientras se paraban en una ‘pata’ y hacían poses extrañas, todo en tono burlón.

Como era de esperarse las quejas no tardaron y la señora defensora del televidente tuvo que citar a su despacho al padre Chucha para que diera las explicaciones del caso y sobre todo para que pidiera disculpas por su descarada ignorancia.

Como era de esperarse también (porque en la defensoría del televidente nunca pasa nada nuevo) el padre Chucha salió con un chorro de babas y trato de justificarse con argumentos de babas, osea babosos, mientras que el instructor de Yoga y su séquito de ancianas en sudadera, exigían el respeto que debe tener esa actividad. No me sorprendería que el hombre que se quejó y las ancianas que sentaron su protesta por el atrevimiento del padre Chucha desconozcan también el origen y la filosofía, sin embargo, tienen toda la razón.

Pero afortunadamente la defensoría del televidente solo la ve un nostálgico como yo que quisiera tener el tiempo para ver más televisión nacional, porque de resto dudo que alguien vea esa payasada. Es así como cada tontería que se dice en la televisión, cada ofensa a religiones distintas, a puntos de vista opuestos; cada agresión y discriminación, y tanta ridiculez dicha por presentadores, pasan desapercibidas.

O si no pregúntenle a Jota Mario o al mismo padre Chucha si alguna vez han sentido temor de perder su trabajo por decir tanta bobada, seguramente la respuesta es NO. Y así de fácil el televidente colombiano está sometido a las ofensas e ignorancia de los presentadores, y los niños televidentes (que inocentemente piensan que todo lo que dice la tv es cierto) tendrán que formar sus opiniones pensando que los valores son los de reírse de lo diferente y descalificar lo que no es igual a lo que cada uno piensa. Es por eso que debo decirle al padre Chucha, digno representante de la iglesia: gracias por infundar el valor del irrespeto y la burla a lo que es diferente, así construyes el pueblo de Dios, pero sobre todo, el del Sagrado Corazón.

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