sábado, 19 de julio de 2008

Márchense


Este próximo domingo, dejando de lado las balacas antisudor, camisetas esqueleto y los pantalones apretados de ciclista, propios de una ciclovía dominical común y corriente, los colombianos cambiarán su rutina y se volcarán masivamente a las calles para protestar airadamente por lo que ha venido sucediendo desde hace más de diez años. Vaya velocidad de reacción la de nuestra sociedad!

Aunque para manifestarse frente a esta tragedia nunca es tarde, es más que justo protestar por la privación de la libertad a un ser humano y es más que injusto lo que intuyo que pasará. A pesar de que la marcha tenga un propósito noble que en teoría debería unir a todo el mundo y generar pensamientos positivos, tendré que hacer el papel de ave de mal agüero debido a lo que he podido ver en ejercicios similares que se han presentado anteriormente.

Aunque creo que hay muy pocas personas que no están de acuerdo con la libertad (si es que hay alguien aparte de la guerrilla), sí hay muchos que en la marcha intentarán sacar a relucir sus pensamientos políticos y de odio frente a cualquier persona que no le simpatice. Es así como ya veré letreros contra Piedad Córdoba, contra el Mr Danger venezolano, contra el borrachín Ortega, contra Correa, contra Uribe, contra Santos, contra Bush, contra la mamá de Ingrid, contra Suiza, contra la Cruz Roja, contra Carla Bruni, contra la Corte o contra la contra.

Así mismo ya veré a unos y a otros atribuyéndose el éxito de la marcha, que en teoría solo está destinada a pedir la libertad de los secuestrados, pero no faltarán quienes aprovechen la ocasión para afirmar que la movilización de la ciudadanía significa un respaldo a una u otra idea política o para destilar su veneno frente a quien piense diferente. Sin embargo, en un país en el que cada día existen dos polos más extremos, probablemente la marcha suscite algún enfrentamiento ya sea verbal y no me sorprendería que físico.

Realmente creo que esta marcha evidenciará, como las anteriores, que el colombiano del común (como le encanta decir cada dos líneas a un vecino blogger) guarda una dosis de intolerancia en su corazón y es por eso que aunque acaben a la guerrilla a punta de bombas o cruces rojas, la paz, muy a mi pesar, está todavía un poco lejana. Me encantaría que los hechos del domingo me callaran este pico parlanchín, pero después de lo que ha pasado en las marchas del 4F y el 6M (espero que a esta no le pongan el ridículo título 20J) lo más probable es que nuestra sangre calenturienta y bochinchera salga a relucir en el mar de camisetas blancas o en el mar de páginas blancas de opinión.

Y repito, espero que mis pronósticos sean desacertados y, por primera vez, la sensatez de mis coterráneos me permita pensar que “sí se puede” (aunque al pronunciar esa espantosa frase lo más probable es que “no se pueda”).
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NOTA: Cuando este texto ya estaba terminado, una reveladora muestra de que no estaba equivocado, ya salió a la luz pública dos días antes de la marcha. Definitivamente “el pueblo colombiano y el colombiano del común” está destinado a odiarse entre sí, lo cual confirma lo que acabo de decir.

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